jueves, 31 de julio de 2014

El té, Isidora y la verdad

Me duele el corazón de pensar en la ciencia, de pensar en qué hace que estas cosas pasen, que se peguen su vuelta, rueden y se embarquen a otro destino. Toma una cosa por aquí, otra por allá y sin saber de resultados quedamos parados sobre nuestros callos, sobre las hendiduras, cicatrices del andante. Pienso mientras me quema la luz del computador, qué hace que estas cosas sucedan... el misterio que trajo la sacerdotisa no fue menor, incluso quizás fue como un planeta. Me acerco sigilosamente hacia la puerta, su umbral brillante, quizás es la verdad que siempre me busca; su egocentrismo es sin igual, se las arregla de cualquier modo para llegar, entre arapos y barro y a veces como una princesa, siempre la dejo pasar a mi casa porque golpea la puerta respetuosamente, no obstante nunca la llamo.. pero ella llega igual. Entonces Isidora se sienta a tomar el té y la verdad junto a ella, estamos trianguladas y con verborrea, quiero saber más sobre el planeta que trae en el bolsillo pero lo esconde, dice que no quiere enseñármelo aún.
Me duele el corazón mientras la luz del computador quema mis pestañas, mientras pienso en la ciencia, Isidora y la verdad; Isidora soba mi frente y me dice que esté tranquila y pienso por qué habría de estarlo, tengo un puñal en mi pecho, entre ángeles y úlceras, cosas que la verdad no comprende.
Pienso con mi frente apoyada sobre mis brazos, el tiempo descubre cosas que la razón no comprende y yo no quiero jugar a las escondidas, si quisiera hacerlo habría de tener mi velo de nuevo, meciendo entre mis ojos la ceguera pero la verdad ya lo echó a volar.

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