martes, 27 de junio de 2017

Traslación

Piensa
Piensa en mí todo el tiempo
Quiero abrir tu grieta
De niño adormecido
Con un pequeño calor agujerante
Como una flor distante
A quien quieres dar de beber
Un poco de agua y aliento
Para después
Dar un poco de vida y amor
Piensa
Piensa en mí todo el tiempo
Quiero abrir tu grieta
Y cuando no puedas cerrarla
Yo pondré mi dedo 
Y taparé tu herida.

Ubi sunt

Resumir malamente una historia es como un Bonsái; pequeño e itinerante, se ve grande y empequeñecido, en su recipiente bastante adecuado, porque siempre son en la medida justa en que éste puede ocupar su espacio, una especie de metro cuadrado perfecto y taciturno. Ciertamente nadie quiere contar una historia que no sea lo suficientemente grande pero sí que lo parezca. Un día de sentarme ante aquel pequeño ornamento pensaba, qué nos hace gigantes y frágiles, bien plantados y volátiles, desbarajustados y uniformes, recordando las palabras de mi profesor, cuando decía: "el conflicto es inherente a lo humano". ¿Quién querría dos planetas que chocan? ¿a quién pertenece su dolor? divagaba el Bonsái mientras miraba a la muchacha con la vista perdida en la ventana. Su piel se ve demasiado blanca y las manchas en su nariz son como pequeños salpicones de una mala guerra, sus ojos un estanque pesadumbroso y frágil, de un idéntico talante dolido, pensaba, ella es tremenda, tremenda pero frágil ¿quién la quiere? No puedo sino pensar que su vida se consume como la de un cigarro, que algo le hace falta más que la falta misma. Por eso, teniendo entre tus manos, algo tan pequeño, me puedo imaginar cuanto dolor sientes, cuando tocas ese vacío entre tus piernas, hay algo que ya no existe, que ya no está. Qué preguntas habré de hacerte cuando te vea caminar por la calle, siendo que un día yo perdí esa puerta que me llevaba hacia ti y siempre escuchando una canción, en mi oído suena empequeñecida y tenue, pero permanente… igual que tu imagen en mi cabeza. Al salir del teatro vi un cartel en un poste de luz, con tu fotografía, no pude sino robármelo antes de partir a Vermont, quería llevarte aunque fuera en mi bolsillo. ¿Por qué me dijiste que no? cuando te pregunté si querías venir conmigo no hacías más que mirar en mi interior, como si tuviera un pez por dentro, dando vueltas en una piscina, buscando un camino igual para todo, buscando atravesar la vida en un sólo nado -pensaba- el agua donde sea es sólo agua y quizás yo era sólo eso, algo así como un pez en tu pecera. Anna se fue y no volvió. Volvía cada día al bar para encontrarla sentada, con la mirada perdida, mirando hacia fuera por la ventana, para recitarle algún verso malogrado, para cantarle una canción, de esas que ella odiaba pero que le daban risa, siempre se reía de mí, ella siempre se reía. Hoy recorro la ciudad, siempre buscándola, con su abrigo negro y sus zapatos rojos, esperando que se ría de mi de nuevo.